lunes, 27 de mayo de 2013

El porteo y la sociedad continuum, por Nohemí Hervada.


El porteo no es una moda. El porteo es tan antiguo como la humanidad misma. Aúna instinto y cultura. El porteo es cuidado. Cuidado y conciliación. Dos términos que el porteo garantizó por miles de años y que ahora intentamos recuperar. El porteo es la forma natural de criar a los bebés. Esta continuidad en el cuidado no era caprichosa. Si no se hubiera proporcionado, la humanidad no habría sobrevivido.

Somos una de las especies de mamíferos más vulnerables al nacer  y nuestra supervivencia y correcto desarrollo pasa por el cuidado constante por parte de nuestra madre, de cuyo cuerpo obtenemos todo lo necesario para subsistir en circunstancias normales: calor, comida y cobijo.

La separación del cuerpo del adulto era gradual, según el niño iba adquiriendo destrezas, habilidades, confianza y autonomía.

No es casualidad que las culturas que más tiempo crían en brazos tengan bebés con menos problemas de adaptación al medio.
Los bebés porteados experimentan un paso a la vida extrauterina mucho menos traumático.

En vez de hablar de ventajas del porteo, deberíamos explicar los riesgos de no hacerlo. El porteo, como como en el caso de la lactancia materna debería ser la norma y no la excepción.
En cualquier entorno, en cualquier lugar geográfico, en cualquier tipo de familia

Todos los bebés son engendrados y gestados, todos nacen y todos deberían ser porteados.
Los bebés, que no tienen prejuicios, lo saben  y vienen con un “sistema de seguridad de  serie” para favorecer eso que necesitan.

Así si observamos sus reflejos, el de búsqueda, el de succión y el de prensión, comprendemos que esperan estar cerca del cuerpo materno, agarrados a él, para obtener lo necesario para sobrevivir: el cuerpo de su madre.

Su mecanismo de alarma se activa si le separan de ese cuerpo. Su cuerpo busca el contacto con el  cuerpo de su madre y este busca satisfacer esas demandas.En circunstancias normales, esta diada está diseñada para encajar a la perfección.

El porteo ha sido y es un medio para favorecer y facilitar esa unión.

Esta práctica influye en el desarrollo del bebé y niño, pero influye también en la madre, en el resto de la familia, en la tribu y en la sociedad. En la trasmisión del valor del cuidado:  Un bebé y niño cuidado, cuidará a su vez a otros, y la sociedad en conjunto velará por todos sus miembros.

Este hecho es una de las bases del continuum.

Los pequeños porteados aprenden a ser seres sociales desde una perspectiva segura. El Continuum hace niños más autónomos, seguros y diestros, porque una vez completada la fase en brazos, se les deja mucha libertad de movimientos.

Existe el mito de que los niños criados en brazos nunca se quieren separar de sus madres y es justo al contrario: al haber vivido con plenitud una etapa, esta deja lugar a la siguiente.
Los padres continuum aprenden también a confiar en las capacidades de sus hijos cuando empiezan a tener movilidad propia, cuando desean explorar por ellos mismos, cuando quieren usar herramientas y utensilios propios de su cultura.

El mundo occidental lo hace justo al revés. Nos pasamos la primera infancia intentando separarles de nosotros, la segunda cercando todos sus movimientos,  y luego la adolescencia intentando que se acerquen y confíen. La confianza se trabaja, de ellos hacia nosotros, sobre todo desde el nacimiento, cuando estamos ahí para garantizarles que cubriremos todas sus necesidades, y en las etapas posteriores, de nosotros hacia ellos,  demostrándoles que sabemos que tienen capacidades propias de autoregulación en muchos campos de su vida.

El continuum en general y el porteo en particular es una vuelta a lo esencial. A confiar en nuestros cuerpos. No hay nada tan empoderante como saber que nuestro cuerpo es todo lo que nuestro bebé necesita los primeros meses de vida. Y el lugar que más placer y consuelo le proveerá por años.

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